¿Cómo recuerdas tu infancia en Guatemala? ¿Cuáles son tus primeros recuerdos de tus acercamientos al arte?
Creo que como para muchas personas, mis primeros recuerdos están ligados a mi familia. Sobre mis acercamientos al arte, no sé si haya nada “fuera de lo común”; me gustaba mucho dibujar, pintar y en general otras actividades creativas. Creo que esa creatividad y curiosidad son muy notorias en la infancia, y no creo que desaparezcan, sólo que van transformándose e insertándose de diversas formas en la vida de cada persona. A veces se traducen en arte visual o música, otras también en formas de solucionar problemas, plantar jardines o contar historias.
Luego te mudas a Perú, ¿cómo fue la decisión de dedicarte profesionalmente a las artes y desde el academicismo?
La decisión de estudiar arte fue una cosa extraña, en realidad mucho tiempo quise ser bióloga marina y aún hoy a veces lo pienso. No sé si sabía en lo que me metía cuando decidí estudiar arte ¡quizás aún no lo sé! Tenía muchas ideas románticas de lo que significaba ser artista pero también muchas ansias de aprender y de aventurarme: era algo más abstracto e ideal, hoy es algo más tangible y mucho más aterrizado (espero), y lo prefiero así. Eso de la academia no lo pensé mucho, en mi cabeza no había una idea de eso. Creo que sólo asumí que para ser artista había que estudiar en algún lado y así lo hice, mi imaginación de caminos posibles estaba reducido a lo que conocía y eso era el camino del colegio a la universidad. Después de eso me dediqué un tiempo a enseñar y lo disfruté mucho, y aunque veo la academia de forma más crítica no descarto volver a hacerlo, fue algo muy enriquecedor.
Viniste en 2018 a Berlín por tu máster en “Estrategias del espacio”. ¿Qué nos podrías contar de tus expectativas previas y cómo ha sido tu experiencia?
Uy, trataré de ser breve, esto es algo que hasta ahora me tiene ocupada…yo había idealizado mucho el arte y la academia en Alemania. Hoy veo que las expectativas que tenía traían también deseos de validación y legitimación, y sistemas de valores internalizados donde lo europeo tiene gran valor. La experiencia aquí ha sido una desilusión con la academia y ha sido también una lección de humildad, me ha hecho reflexionar acerca de cómo mi búsqueda artística estaba relacionada a valores occidentales y modernos que hoy me parecen muy problemáticos. Fue una experiencia compleja pero también muy formadora en el sentido que ha significado desaprender y reubicar mi práctica y lo que trato de construir con ella.
Más allá de tu máster, ¿en qué incidió Berlín y cómo vives la ciudad?
Pues como te digo, ha sido un choque extraño. Venir a Berlín me ha hecho reconocer formas de pensar en mí que hoy estoy tratando de desmantelar. Me tomó mucho tiempo realmente arribar a Berlín emocionalmente, al principio fue duro y desorientador porque ya nada tenía ni pies ni cabeza. Creo que hoy ya con más calma puedo poco a poco decir que he llegado, y creo que es todo gracias a los vínculos que he forjado con gente que me resulta sumamente inspiradora, ¡y que poco tienen que ver con la academia!
¿Cuáles consideras que fueron tus logros/hitos en tu carrera hasta ahora?
Me es difícil responder esto, no sé si puedo hablar de “mi carrera”, me siento bastante joven y últimamente estoy evitando concentrarme en hitos y más en el proceso. Por eso lo que más aprecio de mi carrera hasta ahora es el privilegio de haber podido dedicarme a explorar prácticas artísticas durante mi formación, sin otra cosa en la cabeza que eso y aprender que hacer arte es un proceso constante y no un producto. Y los vínculos que hice ahí me siguen enseñado hasta hoy, la verdad admiro mucho el trabajo de mis amigues y siento que sigo aprendiendo cada vez que hablamos.
Hoy en día están en agenda los cuestionamientos de lo que fueron las colonizaciones (generalmente referido a países europeos y sus acciones en América y África). Como latinoamericana, en una academia de arte europea ¿cómo crees que está siendo tomado el tema? ¿Piensas que estamos en un momento bisagra o solamente buscan expiar sus culpas dejándonos jugar a su juego?
Uy, otra pregunta compleja. Aquí ahorita se está hablando de (de)colonialismo, por lo menos en los espacios que he transitado. Lo que a veces me preocupa es que eso de descolonizar se traduce en el contenido de los discursos, pero no en la forma de las prácticas, si me doy a entender. Se sigue valorando mucho la producción teórica validada por la academia, estableciendo jerarquías entre diversas prácticas, tratando de adoptar conocimientos indígenas como contenido espiritual traducido al discurso occidental, pero sin necesariamente reconocer que son otras lógicas…y eso preocupa porque se vuelve también una especie de extractivismo y fetichización. No digo que sea siempre, pero sí que está presente (sobre todo en instituciones más formales). Es difícil para mí también responder esta pregunta porque aunque soy latinoamericana, cuento con varios privilegios que otres no, y puedo hablar sólo desde ese punto de vista limitado.
Está la idea de que solo un grupo selecto de artistas pueden realmente vivir de lo que hacen. ¿Crees que eso es una falsa creencia o sientes que realmente es difícil poder capitalizar tu trabajo?
En las condiciones en las que vivimos hoy, creo que es lamentablemente verdad. En un mundo con tanta desigualdad y sistemas violentos enfocados en la capitalización del trabajo, la acumulación, la productividad y la competencia veo difícil que se pueda vivir del arte. Poder dedicarse al arte con libertad sigue muy ligado a varios privilegios, aunque haya gente que pueda hacerlo a pesar de no tenerlos. Para salir de la precariedad tenemos que cambiar de chip y construir un sistema que nos permita a todes dedicarnos a lo que sea y reconocer el valor de todas las disciplinas humanas.
Poniendo en perspectiva tus obras anteriores en comparación con tu trabajo actual se puede ver un paso de un mensaje contestatario apuntado a lo social a una nueva dimensión más personal e introspectiva…
Sí, quizás sea cierto. Creo que el momento en el que estoy me pedía eso: reubicarme y reevaluar la posición desde la que venía enunciando, lo cual pedía también mirar más de cerca mi historia y las constelaciones en las que vivo. Antes pensaba que con la denuncia podía revelar ciertas verdades y hoy siento que eso me posicionaba un poco fuera del mundo. Aún estoy buscando el balance entre historias pequeñas y grandes. Me interesa cómo no sólo criticar desde el plano más abstracto y general, sino también proponer desde algo más particular pero concreto. Eso me parece un reto pero lo estoy intentando. No tengo respuestas ni lecciones, sólo mi propia sensibilidad y experiencia. Desde ahí puedo conectar de forma más honesta.
El poder de la imagen del que hablabas en tu instalación “Mírame” todavía está en vigencia, todo lo que criticabas sigue intacto. ¿Tienes pensado volver a atacar ese tema?
Puede ser. La imagen, cómo se produce y circula sigue siendo una parte importante de mi trabajo, sobre todo cuando pienso que yo también creo imágenes. Hoy sobre todo me pregunto qué tipo de imágenes queremos aportar, qué mundos podemos imaginar y qué poder puede tener esa imaginación. Pero tal vez el tema no me haya abandonado, sino que anda dando vueltas y presentándose de otras formas en mi trabajo. Quizás lo que estoy haciendo ahora y lo que hacía antes confluyan en un futuro en algo nuevo.
En ese paso también se nota un despojo de técnicas como el glitch o el uso de tecnología (no así de mecanismos) para volcarse a materiales más tradicionales. ¿Es solo momentáneo? ¿Cómo es tu relación con los materiales, cuáles te gustan más y por qué?
No tengo ninguna relación exclusiva con ningún material. Para mí, el trabajo es un proceso con la materia, y cada elección tiene una relación a la investigación sensible y teórica de cada proceso. Me obsesionan los mecanismos y me interesa cómo la tecnología se viene incorporando en el arte –también como una reflexión poética- pero no deseo forzar una técnica o un material donde no siento que encajen en el momento. La verdad las tecnologías digitales me parece que aportan una dimensión interesante, pero no es un trabajo que disfruto tanto como trabajar con materiales más plásticos y con mis manos. Mi cuerpo participa de mi trabajo, y eso es algo que disfruto bastante, me encanta construir.
… y con el espacio?
Creo que de una forma u otra, el espacio es una de los aspectos más relevantes para mi trabajo. Cuando pienso en cómo instalar el trabajo, me imagino cómo y dónde tiene que colocarse el espectador, cómo se mueve el cuerpo en el espacio para ver la pieza y qué genera el espacio en nuestra percepción. Es como si hacer la investigación y la pieza fuera un primer paso, y luego enfrentarse al espacio fuera un segundo.
En tu investigación en “Mírame” pusiste en la mesa cómo las redes sociales, a través de sus algoritmos, deciden qué imágenes (haciendo referencia a fotografías personales) deben circular más y ser dominantes, modelos. ¿Piensas que el arte también está siendo víctima de predilección por ciertas estéticas?
Hay muchas variables que influyen en las prácticas artísticas: el mercado, los medios, la academia…y de que eso genera ciertas tendencias estéticas, pues sí. Lo bueno para mí es que también hay tantos espacios diversos donde se crea arte, y tantas distintas interacciones que se vuelve importante hablar en plural. Y la multiplicidad genera mucha más complejidad y riqueza, así que aún si lo más visible es ciertas estéticas, hay espacio para varias prácticas.
¿Qué papel tienen las redes sociales en tu vida personal? ¿Y como artista?
Creo que soy una usuaria bastante promedio. Las redes sociales me han dado acceso a contenidos que me interesan y me dan información relevante, aunque también me distraigan. Trato de dejar el celular cuando estoy en el taller para tener espacio mental. Como artista, creo que aún no logro dar en el clavo con las redes, me siento un poco abrumada, aún no logré ni tener página web pero espero tener una pronto.
Tu trabajo actual parece un proceso muy solitario ¿Cómo fueron los anteriores? ¿Trabajaste o trabajas en proyectos grupales? ¿Eres de trabajar varios proyectos en simultáneo?
En general trabajo bastante sola, pero hace tiempo que siento más y más el deseo de colaborar. Tengo muchas ganas de aprender junto a otres y disfrutar de ese intercambio. Por ahora hay algunas ideas ahí con algunas amigas sobre posibles proyectos, pero está todo aún en planificación. Tengo varios proyectos en simultáneo en diversas etapas pero la verdad preferiría que no fuera así, quisiera disfrutar con más calma de lo que estoy haciendo.
¿Cómo ha sido tu experiencia durante la pandemia con la imposibilidad de mostrar ni visitar obras en su contexto expositivo?
Creo que en realidad unos aspectos de la pandemia no me cayeron tan mal, bajar el ritmo me dio espacio para reconectar con mi práctica y por fin sacar adelante mi tesis de maestría, que incluye una instalación, un video y un libro con cartografías, así que necesita cuidado. Aunque debo admitir que eso lo digo ahora, al principio la pandemia me dio una angustia generalizada…Lo que más me ha hecho falta es el intercambio con otres, compartir ideas y comentarios, más que las exposiciones, aunque poco a poco me vienen haciendo falta también.
Conociendo innumerables casos donde la libertad de interpretación ha resultado en que el espectador entienda absolutamente lo opuesto a lo que el autor expresaba, donde, si el mensaje tenía un fin político este error podría considerarse grave. ¿Cómo lidias en el ejercicio comunicativo emisor-medio-receptor con tus obras e instalaciones?
No sé muy bien de qué casos específicos estamos hablando... Una obra artística entabla una relación, y creo que no se traduce en una comunicación 1:1, aunque creo que eso no pasa en ningún área de nuestras vidas. La obra es una propuesta. Es como si irradiara en todas direcciones y por donde sea que la agarres, algo se te va a escapar, porque entabla relaciones con las cosas y seres que toca. Claro que yo tengo algo en mente cuando la hago, pero ni siquiera todas esas relaciones están claras para mí y ese proceso de descubrimiento nunca se acaba, eso es lo que más me gusta.
En una nota mencionaste “es peligroso decir a qué debe dedicarse el arte” pero ¿crees que tiene sentido el arte como solo un valor estético o una búsqueda hedonista cuando el mundo está literalmente colapsando?
Quizás lo que dije ahí se presta a esa interpretación, pero cuando dije “es peligroso decir a qué debe dedicarse el arte” no quise decir que el arte debe ser sólo estético ni hedonista. Lo que quise decir es que el arte no debe ser ni una cosa ni la otra, y punto. Creo que lo peligroso es justamente decir con respecto a cualquier disciplina humana que hay un fin único al cual debe dedicarse y que es “correcto” porque caemos en el dogma.
¿Cuáles son tus consumos culturales? ¿Quiénes son tus artistas que siempre revisitas?
En realidad depende de en qué proceso estoy y qué estoy investigando. Ahora estuve muy interesada en el trabajo de Sarah Sze y Joan Jonas, lo cual me sorprende porque antes no les había prestado mucha atención. También estuve mirando a Filipa César y Lee Bul. Por otro lado, ando leyendo bastante, y estoy colgadísima de Adrienne Maree Brown, Octavia Butler y de Alexis Pauline Gumbs, esos textos irradian una fuerza que me ha dejado mucha esperanza y siento que ahorita todes deberían estar leyéndolas.
¿Qué planes tienes para el 2021?
Pues creo que el 2020 me ha enseñado a no aferrarme mucho a los planes, pero si tengo alguno, es terminar mi maestría y mostrar mi trabajo en una exposición colectiva que tendrá lugar en mayo, si todo va bien. Acabamos de empezar también una asociación con unas amigas latinas aquí en Berlín llamada Yakunewen a la que espero poder dedicar más energía una vez me haya graduado y que busca generar proyectos que pongan en valor saberes y lenguas tradicionales y generar vínculos y comunidad migrante latinoamericana en Berlín. Ahí vamos tejiendo, estoy bastante abierta a lo que venga.
Para ver más de Adriana y estár en contacto con ella