¿Qué fue lo que te llamaba la atención de niño?
¿Cómo recuerdas esa época en Chile?
Todo me llamaba la atención, era súper curioso. Cualquier cosa. Plantas, animales, insectos, casas, paisajes, música, equipamientos electrónicos, conversaciones ajenas, cualquier evento inédito de mi corta vida me llamaba la atención. Pero esa curiosidad siempre estaba acompañada de un deseo por saber o entender esas experiencias, había algo que me emocionaba en la experiencia de entender algo desconocido.
Recuerdo esa época como una época de descubrimientos, de inocencia, llena de amor, como un momento ligero y placentero de encuentros con el mundo exterior. Cuando pequeño siempre viví en ciudades relativamente pequeñas y tranquilas, y la vida tenía de alguna forma ese tiempo y una cierta modalidad afectiva de ciudad pequeña.
Tienes un recorrido con varios cambios en el camino ¿Qué te llevó a estudiar ingeniería en electrónica y qué te llevó a cambiar de dirección?
Yo pienso que hay dos aspectos de lo que me llevó a estudiar electrónica. Por una parte oscura una especie de mezcla entre conservadurismo e ignorancia. Una falta de deseo por una realidad diferente de las que se me habían presentado como deseables o posibles, y falta de coraje para materializar tal realidad. Y por un lado más buena onda, me atraía la idea de entender y saber sobre electrónica, electrónica análoga en particular. A medida que fui avanzando en los estudios, fui encontrando interesantes campos de conocimientos que me mantuvieron estimulado y motivado hasta el final del estudio.
El cambio de dirección fue gracias a una mezcla muy conveniente de varias cosas. Yo estaba trabajando de ingeniero en Santiago en una oficina donde me pagaban un salario ok, y no me gustaba la vida que llevaba. En ese tiempo no entendía bien lo que no me gustaba de esa vida, pero ya había decidido que iba a juntar dinero para ir a estudiar yoga a la India por un tiempo. Pero antes de que eso llegara a pasar conocí a Luiza, mi compañera, y pocos meses después me fui a vivir con ella a Río de Janeiro. Ella estaba de paso por Chile en una residencia artística, y el robo de su cámara en el primer día de la residencia la llevó a realizar una pieza sonora colaborativa a la que fui convidado por una amiga en común.
En Río llegué a trabajar de investigador en la UFRJ (Universidade Federal do Rio de Janeiro) en algo relacionado con mi tesis de master, pero un año después logré cambiar a un laboratorio que se especializaba en procesamiento de señales y que tenía un grupo de investigación en audio. Comencé a diseñar redes neuronales para componer armonías y a profundizar en la espacialización sonora, lo que me llevó a colaborar con algunos artistas y producciones culturales en Rio, motivandome a explorar artísticamente mis conocimientos.
Se podría decir que por casi un capricho rebelde terminaste entre las cuatro cuerdas (de un bajo) ¿Cómo te acercaste a la música y al bajo? ¿Cuáles fueron tus primeras experiencias cómo músico?
hahahaha.
Bueno, a la música por las amistades del colegio. Recuerdo esos momento de descubrir bandas escuchando cassettes, y entre esas Metallica me obsesionó como a los 11 años. Por un momento deseé tocar guitarra, pero al mismo tiempo no quería hacer lo que la mayoría hacía, quería ser especial hahaha. Ahí fue cuando vi el video Cliff 'Em All (de Metallica) en la casa de un amigo, y aluciné con Cliff Burton. De ahí en adelante sólo quería un bajo y unos seis meses más tarde tenía mi primer bajo.
Mis primeras experiencias con la música comenzaron ahí, con bandas cover de Metallica, Pantera, Iron Maiden y Rage Against the Machine. Poco después fui convidado a participar del primer ensamble de Jazz que se estaba armando en el colegio, lo que me llevó a conocer un repertorio extremadamente estimulante, especialmente para un niño de doce. Después de la época del colegio no toqué en bandas por mucho tiempo, prácticamente todo el tiempo que estudié electrónica, y cuando estaba comenzando mi tesis del máster, por alguna razón que no sé explicar, empecé a tocar en varias bandas y a estudiar en un conservatorio de jazz.
Después hubo una siguiente primera experiencia en Brasil, cuando comencé a explorar Noise e improvisación libre, lo que fue una especie de shock.
De la ingeniería a la música y de ahí ¿cómo fuiste acercándote al arte sonoro?
La verdad es que el pensamiento y sensibilidad musical siempre estuvieron presente, pero fueron tomando otras formas. El estudiar electrónica me entregó una serie de conocimientos técnicos y tecnológicos que articularon una nueva relación con el sonido, una relación tal vez más íntima con la materialidad y procesos de las ondas y señales que hacen parte de la cadena de experiencias que relacionan la producción y la escucha del sonido.
Paralelo a eso, el gesto de profundizar en campos de conocimiento como la matemática y la física fue provocando y estimulando un imaginario de relaciones entre la experiencia de la realidad y el conocimiento científico, relaciones causales, especulativas y poéticas en el pensamiento, pensamiento que al mismo tiempo fue tiñendo mi entendimiento de la realidad física y las abstracciones matemáticas.
Pero esta correlación pensamiento-experiencia, esta tensión si lo queremos pensar en un sentido musical, comenzó a ser resuelta mucho después cuando estaba en Brasil y tuve la chance de externalizar mi pensamiento en arte. De alguna forma fue el estar en Brasil en ese preciso momento, y al mismo tiempo estar de alguna forma consciente de mi propia sensibilidad-pensamiento y abierto a las contingencias del ambiente donde me encontraba lo que me llevó a tener una práctica sonora comprometida. A veces esta práctica toma forma de arte sonoro, pero eso tiene más que ver con el mundo que conmigo.
En 2013 dejas Chile y te mudas a Brasil ¿Cuál fue la razón? ¿Cómo podrías resumir esa experiencia tanto artística como personalmente?
La razón fue pasión hahaha. No hubo mucho de razón en ese gesto, pero ese movimiento desencadenó la serie de eventos que me tienen respondiéndoles desde la posición de “artista”. Nos enamoramos con mi compañera, y queríamos estar juntos. Ella ya tenía una práctica artística consolidada en Río, lo que le sería muy difícil desarrollar en Chile, y yo no tenía ningún apego por la vida que llevaba. Artísticamente, ese fue el evento que me llevó al lugar, personas-espacio-tiempo, desde donde surgió lentamente mi práctica artística. Personalmente, es cuando me uno a mi pareja para seguir juntos hasta hoy, ahora junto con nuestra hija.
¿Por qué decidiste venir a Berlín? ¿Cómo ha sido tu experiencia en relación a tus expectativas?
Vine a estudiar un máster que se llama Sound Studies and Sonic Arts en la UdK Berlin. Mi experiencia ha sido buena, pero mis expectativas fueron eclipsadas por la pandemia. No poder tocar o hacer exhibiciones por la restricción de contacto ha sido un poco triste, pero a pesar de eso sigo valorando la experiencia como algo positivo. Es una ciudad increíble en muchas dimensiones y las personas que he conocido son maravillosas.
En el lenguaje tenemos la diferencia entre oír (simplemente percibir un sonido) y escuchar (poner atención voluntariamente). Para un artista sonoro esa diferencia es radical ¿Recuerdas cómo fue esa transición en ti?
Fue una transición lenta hacia el pensar de forma activa en la escucha, y quizás por eso no me di cuenta cuando mi escucha había cambiado. Retrospectivamente soy capaz de identificar el momento de esta inflexión, fue mientras estaba en Brasil. Pero gran parte de este cambio se debió al tener que relacionarme en una cultura diferente con una lengua diferente, por lo que el lenguaje, algo que no es necesariamente sobre escuchar, también pasó a ser algo muy importante para mi como artista.
¿Cuándo y cómo comenzó esta compulsión en grabar sonidos? ¿Qué dispositivos has usado a lo largo del tiempo para grabar y qué opinión tienes de ellos? ¿Qué es lo que más te interesa grabar?
El 2015 comencé a interesarme por una experiencia que tuve en una residencia artística, en realidad era un interés en grabar espacios más que sonidos. Poco después me compré un Roland R05 con unos micrófonos binaurales Roland CS-10EM, que es perfecto para andar en la calle sin que nadie lo sepa y grabar situaciones inesperadas. Comencé a grabar cada vez que salía a la calle, lo que era básicamente grabar la rutina, ya que generalmente eran los mismos trayectos en los mismos horarios. Como ejercicio y proceso artístico es una práctica interesantísima ya que la escucha es amplificada, escuchas detalles que no sentirias con tu audición normal y afecta drásticamente tu percepción del espacio, pero el preamp no es el mejor.
Para situaciones donde quiero ser detallista tengo un Sennheiser AMBEO VR con una zoom F4. Este micrófono es interesante para la gente que quiere grabar espacios y trabajar con ambisonics en general, muy bueno, pero muy caro. Es un setup un poco aparatoso por lo que es más útil para situaciones planeadas.
A mi me interesa grabar situaciones inesperadas, me gusta el simple gesto de grabar atentamente y que la situación me sorprenda. También me gusta la relación de memoria que uno va creando en el ejercicio de grabar. Me refiero a ese momento que estás componiendo o haciendo sound design y de repente piensas “Ah! ese sonido que grabé ahí”
¿Cómo es el aporte de tus conocimientos en ingeniería en tus obras? ¿Piensas volver a trabajar como ingeniero?
Todos estos conocimientos hacen parte de mi investigación artística, a veces en forma de aplicación de una técnica, a veces como una reflexión sobre el conocimiento técnico. o ambas, apareciendo en diferentes partes del proceso creativo.
Refiriéndose al Ingeniero como una categoría de trabajador, trabajador que hace parte del mercado de industrias y servicios y que se yo, espero no hacerlo. Mi historia laboral no facilitaría mucho ese retorno tampoco, por lo que no coloco ese escenario en mis delirios de futuro. Ahora, refiriéndose a la ingeniería como el uso de un conjunto de conocimientos científicos y técnicos para satisfacer necesidades y resolver problemas, yo veo la ingeniería como una de las dimensiones de mi práctica, y lo hago todos los días.
¿Qué puedes contarnos sobre tus experiencias y trabajos en espacialización?
La primera vez que trabajé con espacialización fue en una residencia, trabajando con un compositor llamado Samuel Van Ransbeeck que trabajaba con sonificación, y él tuvo la idea de experimentar con espacialización usando 8 canales.
Después de eso estuve en una especie de escuela de verano, un workshop intensivo de una semana en la Hochschule für Musik und Theater Hamburg, donde nos enseñaron técnicas de inteligencia artificial aplicadas a la música y espacialización sonora.
De vuelta en Río, tuve la suerte de vivir y trabajar durante un periodo relativamente bueno de la ciudad, donde se producía mucha cultura. Fui convidado a trabajar para artistas y oficinas de diseño en la parte sonora de sus proyectos, y la gran mayoría de esos proyectos eran instalaciones con audio multicanal. Por último comencé a trabajar en mis propias ideas, conceptos y técnicas.
¿Cómo crees que es la educación y consumo sonoro y musical en nuestra sociedad occidental? ¿Crees que fuera de lo académico se subestiman los trabajos en arte sonoro (noise, música atonal, etc.)?
Esto es algo que varía de lugar a lugar. Es un fenómeno local. Mi experiencia en cada ciudad que viví es diferente. Sin duda, existen aspectos de la sociedad occidental y consumo presentes en todas estas culturas, siendo uno predominante la búsqueda de la inmediatez de la experiencia, una especie de eficiencia cuantitativa del vivir, y la experiencia sonora no es ajena a esto. Esto se refleja muchas veces en una superficialidad en la escucha y entendimiento de la música, o en una visión estrecha con un apego dogmático a estructuras sonoras definidas. Al mismo tiempo relaciono este apego y superficialidad de la experiencia sonora con un pensamiento conservador, lo que nos trae de vuelta a la dimensión social. En fin, la escucha colectiva es un reflejo de la sociedad así como la sociedad es un reflejo de la escucha.
Prácticas sonoras que divergen de lo que un amplio público reconoce como “música”, comúnmente se caracterizan por una conciencia cultural, histórica y política de lo que es música en su propia localidad. Esta conciencia que se manifiesta como dimensiones de la creación artística muchas veces es una denuncia o respuesta ante problemáticas de la sociedad occidental, y en este sentido su producción tiene la posibilidad de educar a través de la experiencia.
Ahora, si pensamos en educación como los sistemas educativos de la sociedad, la deficiencia en el campo del arte no es solo un problema de lo sonoro, sino más bien de todas las prácticas contemporáneas, y las diferencias entre países europeos y latinoamericanos son abismales, ambos grupos considerados sociedades occidentales. Esto vuelve a señalarnos la dimensión “local” de la cultura, y cada cultura tiene sus propios límites, los cuales serán desafiados por el arte que experimenta y piensa la realidad de la que hace parte.
Es de esperar que cualquier manifestación artística desafiando los límites de una cultura sea subestimada por la cultura desafiada, y la gran mayoría de las prácticas sonoras experimentales buscan desafiar estos límites. Esto como proceso, no como estructura o formas acabadas, no como una estética, puede ser transpuesto a toda sociedad occidental. Es común que artistas que buscan desafiar límites encarnen los límites de la sociedad, sea en términos de clase, género o etnia, lo que les da la posibilidad de representar identidades marginalizadas. Creo que, en parte, es desde esta posibilidad de representación que emergen plataformas donde encontramos una valorización no académica de estas prácticas.
¿Cómo sientes que la gente se predispone y/o interactúa con las obras sonoras? ¿Y con las tuyas en particular?
Esto es algo que también tiene muchas respuestas. Primero, el espectro de lo que podemos llamar obras sonoras es demasiado amplio, y dependiendo de donde esta obra este presente el espectador tendrá en términos generales diferentes tipos y grados de apreciación.
En mi caso particular puedo referirme a dos situaciones que son algo recurrentes, que creo que se deben a que mi trabajo es conceptualista. Muchos de mis trabajos se caracterizan por ser procesos minimalistas reproducidos en sistemas de varios canales de audio, donde se establece algún tipo de relación espacial entre el sonido y la persona que experimenta la obra, lo que hace de cada posición en la sala una experiencia diferente de forma relativamente notoria. En estos casos la gente tiende a pasear por un tiempo, a interactuar con esta relación buscando diferentes escuchas. En otros casos mis trabajos no tienen esta dimensión de interacción, generalmente es un proceso ruidoso, y lo conceptual está por sobre la experiencia. En estos casos el común de la gente no se relaciona mucho con el trabajo, solo la gente que le gustan las cosas más raras hahaha.
¿No tienes miedo que la espectacularidad de la técnica (por ejemplo, una instalación de espacialización con decenas de parlantes) o la complejidad (estudios matemáticos y físicos en las ondas sonoras) de una obra limite o condicione las posibilidades de comunicar una experiencia?
No me da miedo. No siento una necesidad de comunicar, tengo un cierto interés en hacer una experiencia memorable, lo que no necesariamente significa que será una experiencia agradable o que comunicará una idea en particular. Pero por sobre este interés existe un deseo de relacionarme con el mundo, de profundizar en las relaciones que están surgiendo en mi pensamiento entre, ciencia, técnica y filosofía, y de externalizar estos pensamientos a través de gestos poéticos cargados con el asombro y pasión presentes en la aparición de la ideas.
La imagen hoy en día es el medio perfecto para una sociedad de consumo instantáneo y está varios pasos más adelante que lo sonoro, las redes sociales incluso mutean los videos por defecto. Desde tus obras ¿trabajas contemplando esta necesidad de inmediatez por parte de la audiencia? ¿Qué tan importante es para ti que el público entienda tus obras?
Para mi es extremadamente importante la idea de tiempo en el sentido que señalas. Me interesa suspender el tiempo, y generar situaciones en que la experiencia no puede reducirse a lo inmediato. Pero esto es algo que imagino sea importante para todo artista que trabaja y piensa en lo sonoro.
Para mi no es tan importante que entiendan. Nunca dispongo los conceptos de forma evidente, sino de manera subyacente como el proceso que genera la experiencia. Tampoco hago un misterio del concepto, tiene una complejidad pero puede ser resuelto si la experiencia se convierte en una experiencia consciente en el intelecto. Para mi es más importante que la gente tenga una experiencia, sólo eso. Pero esto quiere decir que, en el pensamiento, la persona es por lo menos capaz de diferenciar esta experiencia del resto de sus experiencias.
Has logrado construir un perfil muy versátil ¿podrías contarnos un poco de cada actividad que desarrollas?
Como artista sonoro o compositor hago piezas conceptuales que son minimalistas o de ruido. Esto a veces se presenta como instalación y otras como performance, pero para mi las categorizaciones de artista sonoro y compositor son intercambiables en relación a este tipo de producción.
Como investigador, es algo que se estructura de dos formas, como artista y como curador. Son dos investigaciones que mantengo de forma paralela, ya que ambas comparten un fundamento teórico transdisciplinar común, una mezcla entre epistemología, teoría de medios y política.
En el camino de formar estas prácticas fui trabajando para artistas brasileños como compositor para visuales y diseñador sonoro, como editor de audio espacial para instalaciones y aplicaciones de VR, como creative coder para algunas oficinas de diseño, y como curador para el Festival Multiplicidade en Rio de Janeiro. También trabajo de bajista sesionista.
¿En qué estás trabajando actualmente?
Estoy bien enfocado en mi investigación artística, en el desarrollo de ideas y de piezas relacionadas con esta investigación. Estoy preparando una instalación para una exposición colectiva de arte sonoro que será realizada en un lugar llamado Schwartzsche Villa en Steglitz, y en unas partituras que serán exhibidas en una exposición bien grande de arte sonoro que abrirá este Julio en Kunstsammlung Gera, el próximo año el en Musée d'art et d'histoire Paul Eluard de Saint-Denis.
¿Qué proyecciones tienes a corto y mediano plazo?
Proyecciones, en el sentido de esperar algún cierto resultado en un futuro, no tengo ninguna. Pero si tengo planes de hacer algunas cosas.
Tengo un proyecto de Noise con un amigo compositor y artista sonoro llamado Davide Luciani, y tenemos planeado grabar un segundo álbum en los próximos meses. Hay una galería llamada Hošek Contemporary, que es un barco, y supuestamente vamos a hacer una performance con otro amigo artistas llamado Dillon Bastan. También estoy trabajando en las primeras ideas del Festival Multiplicidade con el director del Festival, y un montón de otras cosas pero que no tienen fechas definidas. También estoy investigando sobre programas de doctorado, me gustaría estudiar más.
Para escuchar más sobre Nicolás y su obra, puedes hacerlo en los siguientes links
Instagram @nico_espinoza