¿Cómo recuerdas tu infancia/adolescencia en Perú?
Entre mi infancia que fue en la década de los 90 ́s y mi adolescencia que se desarrolló en los 2000 , hubieron cambios sociales políticos en mi país de origen, Perú. Aún se seguía en un conflicto armado entre grupos subversivos ultra violentos como Sendero Luminoso y el terrorismo de estado por que ejercía el dictador Alberto Fujimori. Mientras tanto la globalización, la tecnología y los medios iban avanzando, creando así una especie de nube densa que contenía esta gran tensión social-política. Los primeros recuerdos de mi infancia están llenos de niños jugando en las calles al atardecer, mientras que camión de agua “el aguatero” nos traía el agua, y el cielo se llenaba de tonos naranjas, rosas y violetas, este momento era muy especial para mí por que mucho tiempo estaba en casa jugando sola, porque mis padres me prohibieron jugar en las calles por el miedo que me puedan raptar, esto era muy común en esta época.
Recuerdo también las fiestas en casa de mis abuelos y tíos, estas fiestas estaban llenas de huaynos, mulizas, cumbias, pachamanca en la tierra, chicha de jora, toda una reproducción genuina de la resistencia cultural de los migrantes/desplazados andinos-amazónicos en la capital de Lima. Por otro lado recuerdo también el hermetismo y la desconfianza de nuestros adultos de este tiempo, momentos que marcaron mi vida, fueron cuando escuchaba a mi madre y a mis tías hablando en quechua con expresiones de incertidumbre y tristeza, mientras que me mandaban a jugar para que ni de esa forma pueda descifrar o aprender el idioma secreto, que hasta ese entonces quienes la hablan están estigmatizados como indios analfafetos o mucho peor aún, terroristas.
Ya después de la caída de la dictadura y en un contexto de postguerra, crecí sin los mismos miedos de nuestros adultos, pero otro tipos de miedos como la violencia en las calles y el acoso sexual. Sin embargo, mi adolescencia fue grata, tenía muchas amigas y amigos de la escuela Fe y Alegría 11 de Collique. Allí aprendí muchas cosas como trabajar en equipo, competir por mejores notas, a valorar la diversidad cultural de mí país y organizar eventos culturales dentro de la escuela. Algo que valoro mucho de mi escuela fue que nunca sentí ser menos por ser mujer, me dí el choque cuando salí de la escuela al mundo.
En algunas partes de nuestras sociedades latinoamericanas suele haber una grieta en la manera de habitar nuestros lugares: con una mirada puesta en “lo europeo” (o lo que creamos entender por eso) y otra percepción más enraizada en nuestros pueblos originarios. ¿Cómo era tu contexto?
Yo recién me percibí “distinta” al modelo “oficial” cuando una compañera de la universidad se dio la molestia de corregir mi forma de hablar. Esto me molestaba porque primero nunca le había pedido que lo haga y por otro lado era la forma como el que mi familia se expresaba, incluyendo que se usaban palabras y expresiones quechuas. Entonces no solo me estaba “corrigiendo” a mi sino también mi origen y lo que esto representa. A veces yo simplemente callaba porque la estructura colonial moderna está pensada desde los lenguajes de poder. En la universidad, es decir en la Escuela Nacional de Bellas Artes, ví muchas constelaciones de realidades, pero más abrupto fue ver que gran número de artistas, profesores y/o compañeros aspiraban el modelo europeo no solo por las corrientes de artes o estilos, sino también la forma de cómo muchas veces se utilizaba lo popular o identitario como algo novedoso y colorido, aunque ciertamente habían obras que también eran muy interesantes como las de mis compañeros que habían migrado de los Andes a Lima solo para estudiar en la escuela nacional. Por otro lado, solo para seguir con el ejemplo del circuito del arte en el Perú, todo se encuentra centralizado en Lima y en dos distritos básicamente: Miraflores y Barranco, distritos de clase media alta, y pues como artista joven, de la escuela nacional de bellas artes, las posibilidades de ingresar a ese pequeño mundo artístico es muy difícil, hay que estar bien “contactado” con las personas “adecuadas” para ingresar a la argolla. Una práctica tan colonial y elitista que hizo que en los últimos años de carrera me interesaron proyectos de arte comunitario, participativo y pedagógico. Sinceramente no le encontraba sentido a este tipo de arte en mi contexto.
Nos comentaste que tienes una conexión con tu familia muy fuerte, ¿qué rol tiene el quechua en estos vínculos?
Yo provengo de dos familias con orígenes geográficos y culturales distintos. Por parte de mi madre venimos de Apurímac que está al sur del andes peruanos y por mi padre, de la zona andina amazónica de Huánuco y Pasco. Desde muy pequeña mis padres me llevaban a sus lugares de origen para pasar todas las vacaciones, llegábamos directo al campo, allí aprendía más palabras quechua de las que se hablaba en casa con mis padres y abuelos paternos. Al viajar de pequeña a nuestros lugares de origen supe que tenía una familia muy numerosa, y eso me hacía sentir querida y con mucha seguridad. Como lo había contado anteriormente, las fiestas y rituales que mis dos familias realizaban en la capital eran parte de mi cotidianidad, así como lo eran los cuentos que mi abuela me contaba, muchos de estos cuentos tenían fragmentos quechua porque al traducirlos perdían sentido. Nuestro castellano en casa siempre fue mixto una especie de quechuañol con diferentes formas de cantar al hablar de acuerdo a la familia con la que estaba, así mismo iba aprendiendo que ambos quechuas eran distintos y que había dos formas de decir lo mismo. Por ejemplo cuando quería referirme a un muro de piedras en Huánuco tenía que decir “pirca” y en Apurímac “perqa” (perja). Esto me gustaba mucho y al ser pequeña aprendía muy rápido. En Apurímac se hablaba casi todo el tiempo en quechua y cuando me iba a jugar con otros niños aprendían mucho más y recuerdo me divertía mucho, pero luego cuando regresaba a Lima, ya no podía hablar más, porque como lo había comentado antes, estaba muy mal visto hablar quechua. Esto para mi quedó como una sensación de castración pero también de injusticia. El quechua y sus diferentes formas representan mi historia e identidad, que no es solamente personal sino colectiva. Y tanto que como el estado y el aparato social nos han robado la libertad de hablar nuestros idiomas originarios y a desarrollarnos a través de ellos.
¿En qué momento y cómo empiezas a involucrarte en las artes?
Una gran parte de mi vida lo pasé con una de mis abuelas. Mi abuela Antonia, me cuidaba mientras que mis padres trabajaban.Todas las tardes después de la escuela estaba a su lado jugando y ordenando sus materiales mientras ella tejía y fabricaba muñecas y peluches que luego vendía. De la misma forma lo fué con mi abuelo Victor, él trabajaba pintando casas y restaurando muebles de madera, y pues en casa había mucha pintura y materiales de taller, una de las cosas que más me gustaba era las cartillas de colores. Ya en la escuela todo fluía, tanto que en el último año tenía muy claras las opciones de arquitectura y artes plásticas como carrera, y bueno me fuí por las partes pláticas y así fue cómo me fuí a estudiar a la escuela nacional de bellas artes del Perú.
Lo más anecdótico fue que el último año de la carrera de escultura, empecé una investigación que rodeaba más las artes interdisciplinarias y el tejido tradicional, entonces me fuí al Cusco a una casa comunitaria textil para aprender y vivenciar el tejido. En mi regreso a Lima, le enseñé a mi madre lo que había aprendido y ella muy natural me dijo que mi otra abuela, Natividad, sabe tejer de esa forma y que la bisabuela Carmen era una de las mejores tejedoras del pueblo. Ese día aprendí que a veces no hay que ir muy lejos para aprender.
¿Cómo en esa coyuntura empezaste a mirar a Europa y cómo terminaste en Berlín?
En los últimos años que estuve en Perú, lo pasé fuera de Lima desarrollando proyectos personales de fotografía, investigación y sobre todo de sanación. Viajé mucho y me reconecté muchísimo con mis raíces , pero a la vez ví muy de cerca el daño que se ha hecho a tierra, a los animales, pero sobre todo a mis hermanas y hermanos de las zonas andinas y amazónicas. Desde entonces empecé a trabajar mucho el tema medioambiental y político en el arte, pero eso no era suficiente en un país donde estos temas se esconden o peor aún te minimizan o estigmatizan, más aún siendo joven, mujer y sin esos “ buenos contactos”. Y fue así que me animé a salir un tiempo del país para aprender herramientas, y construir otro tipo de contactos que no tengan que ver con una red de élites sino de intercambio cultural, es así como encontré la maestría de arte en contexto de la universidad de arte de Berlín. Una maestría donde la cuota de estudiantes extranjeros es mayor a la de cualquier universidad de arte en Alemania.Podría decir que salí temporalmente del Perú con un objetivo ya fijado, la aventura era llegar hasta allí.
A 3 años de haber venido por primera vez a Berlín, ¿cómo recuerdas tus primeros pasos en la ciudad tanto tu vivencia personal como artística?
Bueno antes de llegar a Berlín, viví en Austria en un pueblo llamado Altag, en Vorarlberg, muy cerca a las fronteras con Suiza, Alemania y Liechtenstein. Allí trabajé como Aupair Mädchen, mientras que aprendía el idioma y la cultura germana en general, y bueno mi experiencia fue muy un poco de todo, los lugares muy lindos pero las personas con las que conviví eran muy conservadoras, hasta abiertamente racistas. Felizmente no todas, pero sí podría decir que en el sur hay una gran tendencia conservadora. Entonces cuando llegué Berlín sentí que era la ciudad donde podría por algunos años vivir con cierta libertad, y así fue. Por ejemplo, sí había un cambio muy notable, como cuando estaba en la calle, no había mucho por temer sobre todo por el hecho de ser mujer o extranjera, aunque generalizar no esta bien, porque sí existe violencia y violencia sexual, pero desde mi experiencia puedo decir que la violencia es bastante reducida a lo que viví en Lima o en el sur germano. Por otro lado, cuando llegué a Berlín, me sorprendí mucho cuando me encontré con exposiciones sobre los 100 años de Karl Marx, exposiciones acompañadas de arte político. ¡Eso en Perú sería imposible! es literalmente mal visto y perseguido, tanto así que solo el hecho que se lea Marx te convierte en potencial terrorista y/o resentido social, es muy triste la verdad lo que dejó los años de dictadura pero también la tergiversación que hizo Sendero Luminoso del comunismo y de la idea del socialismo. Entonces, saber que no iba a ser cuestionada o perseguida por mi forma crítica de ver el sistema me agradó mucho, porque al fin y al cabo era un poco lo que estaba buscando, un lugar o espacio de “refugio” temporal para esta parte de mi proceso artístico y personal.
La denuncia es un tema recurrente en tu obra. ¿Cómo llegan esas inquietudes a tus manos y cómo suele ser tu proceso de trabajo para la realización de esas obras?
Creo que ha sido todo un proceso de reflexiones y la necesidad de expresar no solo mi sentir individual, sino el también el colectivo. Darte cuenta que de alguna manera has accedido a un gran privilegio como lo que es la educación, y en un contexto de tanta desigualdad social, ha influenciado mucho no solo en mi pensamiento sino también en mi accionar, y eso incluye el arte. Es de alguna manera responder con gratitud y cariño a la tierra que te alimentó. Es la reciprocidad andina que mi familia me enseñó desde que tengo memoria. Mi proceso de trabajo empieza con una imagen o muchas imágenes traídas de mi imaginario, luego empiezo a investigar, donde recurro a los libros, noticias, cuentos, películas, etc. o al revés de pronto algo que escuché, leí o vi trae a mi memoria una experiencia y detona en mi el tema que hace un tiempo he estado pensando. Para la creatividad no hay orden ni fórmulas pero sí estimulación , intuición y reflexión que se alimentan de la investigación y práctica.
¿Hay alguna obra que haya tenido alguna gran repercusión? ¿Te trajo algún inconveniente?
Creo que ese sería el último proyecto que trabajé en el 2016 en Perú. Este proyecto se llamaba Hijos de Pachapatria (de Tierra patria), proyecto que abordaba diferentes historias de la minería en el Perú. El proyecto se desarrolló en tres diferentes escenarios, con los comuneros de Cotabambas cuando estos se encontraban en un huelga de hambre en Lima por los abusos e incumplimentos de la Minera MMG Las Bambas, donde por un tiempo corto la policía estuvo espiando mis llamadas ya que me estuve acompañando a los comuneros mientras les realizaba algunas entrevistas en quechua, pero luego dejaron de hacerlo, porque tal vez no encontrado algo “interesante” en mis llamadas. Luego en Cerro de Pasco, hubo mucho interés y buena recepción del tema de las personas de la región, ya que el proyecto era desarrollado desde el arte textil participativo, como que era un nuevo formato en el que simplemente ellos podían también expresar su sentir y tejer y compartir. Al final el conjunto de obras realizadas fueron expuestas en el Museo del Qorikancha del Cusco, antiguo templo del Sol del Tahuantinsuyo, uno de los lugares más importantes y sagrados antes de la colonización. Este espacio para mí tiene una gran importancia no solo por el símbolo, por la energía, sino también por lo político. En el Cusco también hubo interés del público local, que aunque me hubiese gustado realizar más de una visita guiada, el encargado del museo me mostró lo que las personas habían construido con las piedras ofrendas “apachetas” que estaban debajo de una las obras. También que muchas personas empezaron a sorprenderse de que se tomaran temas políticos en quechua, fue la parte de las entrevistas de los comuneros cotabambinos. Me quedé y aún quisiera continuar este proyecto peregrino.
Hoy en día están en agenda los cuestionamientos de lo que fueron las colonizaciones (generalmente referido a países europeos y sus acciones en América y África). Como latinoamericana, en una academia de arte europea, ¿cómo crees que está siendo tomado el tema? ¿Piensas que estamos en un momento bisagra o solamente buscan expiar sus culpas?
Pues hay un poco de todo, y creo que es la oportunidad para emanciparnos y hablar y por nosotros mismos, hoy en día y mucho menos en este contexto nadie podría atreverse a definir o explicarte qué eres. Sin embargo la ignorancia es atrevida, y muchos académicos, universidades o institutos de decolonización se enfocan desde un lado tan formal y letrado que terminan siendo incluso más violentos que el colonizador. Sólo veamos el caso del Nuevo Museo Foro de Humboldt , donde se expondrá el arte “no europeo”, donde la crítica decolonial, funcionan como un animador de típicamente colonial del espacio y de la forma como lo están pensando. Allí se expondrá un Momia peruana, que fue traída como parte de una colección etnológica que se vendió a diferentes museos europeos, hoy más de 100 años después este personaje será exhibida como si fuese objeto, pero claro no olvidemos que el enfoque decolonial también está incluido en el ticket del museo entonces, todo bien. Repito es necesario que nuestras voces sean escuchadas, trabajar en comunidad y autoempoderarnos.
Las obras performativas suelen tener dos puntos clave: la ejecución y el registro. Un poco mirando lo técnico, teniendo en cuenta que en la mayoría de las veces eres tú quien realiza la performance y no puede registrar, ¿cómo planificas y realizas esas dos etapas?
Las últimas acciones y performances que realicé fue en el contexto de la maestría, y casi en todas ellas fueron compañeros de la universidad quienes nos apoyaron, pero también amigos de las comunidad latinoamericana, a veces a honores y/o trueque nos hemos ido cubriendo. Y claro para la planificación de la acción/acciones o registros se ve o se estudia previamente el espacio, los ángulos, pero sobre todo la luz, que es algo de importancia vital. Luego estas pautas , junto al guión o programa de la acción se les entrega a las personas que se encargarán del registro y eso todo sería básicamente, una buena pauta es saber cuáles son las cosas , sobre todo detalles más importantes para que esta persona del registro sepa cuando performar mejor.
Trabajas en muchas áreas: lo textil, la espacialidad, lo performativo, lo digital, dibujo, pintura, etc. ¿Cómo es el proceso de descubrir la materialidad para determinada obra? ¿Tienes preferencia por algún material o disciplina?
Yo creo que todo ha fluido a partir de la curiosidad, la experimentación y sobre todo de la investigación artística, que no solo se basa en estudiar un tema de manera académica, sino que encontrar la mejor manera de llevarlo a la visualidad, entonces eso determina el medio más eficaz para cada proyecto u obra. Claro aunque siempre hay técnicas o especialidades donde uno se siente muy cómodo, en mi caso es todo aquello que se involucra con el volumen y el espacio, ya que mi especialidad en Bellas Artes, fue la escultura, donde el ensamblaje , la instalación, la performance de los híbridos siempre fueron mis medios favoritos pero también debo confesar que el dibujo me apasiona.
La pandemia obligó a retrasar tu vuelta a Berlín durante tu visita a Perú, ¿cómo viviste ese periodo?
Sí, bueno de hecho lo tomé como una oportunidad de revitalizar el vínculo con mi hogar, pero también quedaron pendientes algunos proyectos artísticos, el trabajo de campo y filmación para un documental que estoy realizando en la actualidad, que tiene que ver con el origen de la momia que será expuesta en el museo Foro de Humboldt, y otro proyecto que tiene que ver con el diálogo e intercambio de códigos que se puede realizar entre el arte y la cosmovisión andina aymara. Este último proyecto me llevó a Puno antes de que empezara la pandemia pero luego me quedaron algunas cosas pendientes como coordinaciones con el sabio aymara Lucio Ramos Escobar, Apu Qullana Mallku, y no quedó de otra que adaptar la obra aún formato digital utilizando los registros de audio que habíamos realizado cuando estuve en Puno. Lamentablemente este proyecto aún se ha quedado en pausa debido al cierre de las galerías y museos. Se prevé que la exposición sería en setiembre de este año bajo eĺtítulo de Pay y pampa, a cargo de curadora Lizet Díaz e Inka Gressel , donde también participan otros artistas peruanos como Kenji Quispe, Emilio Santiesteban, Carolina Estrada y Juan Osorio, en la la Galeria del IFA, Berlín
Sueles trabajar mucho con el espacio, con intervenciones donde participan varias personas y donde normalmente suele haber contacto. La pandemia ha obligado a postergar exposiciones indefinidamente y también ha puesto nuevas reglas a la hora de las performances y lo expositivo. ¿Cómo ha sido en tu caso?
Pues en estos último años he estado especializándome en el área de mediación artística y desarrollo de talleres y esto ha sido un giro de 180 grados, sin embargo he podido realizar algunas cosas como talleres digitales, como de bordado, usar medios como los registros audiovisuales, pero sobre todo a dar mayor importancia al contacto humano. Aún sigo pensando en posibilidades, mientras sigo trabajando en este proyecto documental que ya se encuentra en fase de post producción. Estoy un poco optimista a pesar de todo.
En este último 8 de marzo realizaste junto a otras mujeres una performance sobre las mujeres peruanas indígenas esterilizadas en la época de Fujimori, ¿podrías contarnos un poco más sobre esto?
Sí, fue una acción que en realidad se hace mucho en Perú, y anteriormente también se hizo una réplica en el carnaval de las culturas en el 2018. Este es un caso de genocidio , ya que se trató de una campaña de salud pública con decreto supremo para que se ligara a mujeres pobres e indígenas.
Foto: Camila Berrio
Muchos de estos casos fueron realizados de manera forzosa, ya sea con engaños, amenazas e intimidación, se sabe que 300.000 mujeres fueron esterilizadas. Y este caso no es aislado porque este tipo de actos se han practicado aquí en Alemania en época Nazi y otras partes del mundo como métodos para reducir a poblaciones “inferiores”, es por ello que en la actualidad el ex dictador Alberto Fujimori está afrontando un juicio de lesa humanidad. Para nosotras era importante volver a traer este tema en la marcha del 8 de marzo por cuatro motivos: visibilización, memoria, interseccionalidad y sobre todo sororidaridad con las afectadas, ya que aún siguen esperando justicia.
Volviendo a Berlín, a poco de terminar tu maestría en el 2022, ¿cómo ha sido tu proceso en relación a tus expectativas? ¿Lo recomendarías?
La verdad es que pensé que sería más difícil, sobre todo porque la maestría es en alemán. Lo que me gustó mucho es encontrar mucha solidaridad y empatía entre mis compañeros de estudios, todos nosotros muy diversos y defendiendo nuestras ideas y posturas en un alemán sobrio, en verdad he aprendido mucho de ellos y claro está de algunos profesores también. Algo que me ha gustado mucho es que hay seminarios que están vinculados con instituciones culturales, ya sean éstas grandes o pequeñas y ya desde el seminario estás saliendo de la universidad. Yo sí lo recomendaría, pero sí diría que nunca hay que poner todas nuestras expectativas en una instituciones, pero sí pensar en las posibilidades que se pueden generar allí.
¿En qué estás trabajando actualmente? ¿Planes para el 2021?
En la actualidad estoy trabajando en proyecto de película documental sobre el origen la Mallqui o momia peruana que se expondrá en Humboldt Forum, y cuyo objetivo es generar reflexión y sobre todo exponer el reclamo de la comunidad en Chuquitanta, actual San Martín de Porres en la ciudad de Lima, sobre el pedido de restitución de la Mallki y otras piezas que se encuentran en los museos europeos, en especial de la colección de más de 59 199 piezas peruana en el Museo etnológico Dahlem. Se está pensando para el 2022 un proyecto integral in situ con un programa de mediación y talleres con los vecinos y colegios de la zona, pero aún estamos afinando el proyecto ya que con la pandemia siempre es bueno pensar en varias opciones.
Por otro lado junto a otras compañeras del arte, la cultura y el activismo, hemos fundado una Asociación (Verein) llamada Yakunewen e. V, que significa Yaku = Agua en Quechua y Newen = Fortaleza espiritual un Mapudungun, ambos en dos idiomas originarios del Abya yala. Yakunewen ha sido creado por nosotras para trabajar el Artivismo, temas de migración e identidades múltiples. Y para este año tenemos en agenda dos temas cruciales, lenguajes originarios y la defensa de la tierra, el cuerpo y el territorio, donde concretamente estamos viendo cómo colaborar y desarrollar actividades para la llegada de las mujeres zapatistas en el verano de Berlín.
Para estár en contacto con Daniela y ver más de sus trabajos